09 octubre 2010

Reminiscencia anacrónica

En aquel entonces tratábamos de robarle un trago a la vida. ¿Que otra cosa quedaba?. El sueño nos había abandonado, y pensábamos en eso como algo definitivo.

Si.

No era fácil encontrar rincones ni tan oscuros, ni tan abiertos. Estábamos solos, en medio del caos impreciso del no saber lo que queríamos... estábamos solos y, por alguna de esas razones que jamas se comprenden, parecía tener sentido ese juego de sombras que compartíamos.

Siempre nos despedíamos... Suerte... siempre le deseaba suerte. Ella siempre decía: nos vemos. Sonreía... Y me miraba como si sus palabras fueran ciertas... Ella no lo dudaba.

Al reencontrarme conmigo no podía sentirme mas apartado de todo, el miedo me acariciaba la espalda mientras caía al suelo. Las losas frías contra mi pecho eran lo único que me permitía seguir respirando... Sin ella tal vez llevaría, ya, algunos años muerto.

Cuando se dibujan en mi mente esos bocetos extraños que parecen sueños... Mundos y mundos de aire, interminables senderos de nada pura, de potencia absoluta; se que me alejo del tiempo, la vida, los recuerdos. Tal vez sea que tengo un relación disfuncional con la materia... Tal vez me cuesta afrontar algunos hechos.

Yo le deseaba suerte, ella decía: hasta luego.




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