Llegó el viento sur como una marea oscura que avanza en el cielo de la noche. Hacía tiempo que la angustia no era mi naufragio. Imagino que está bien, uno no puede transitar esta vida que nos toca tan tranquilamente, al menos no con un pedacito pequeño y desdibujado de alma. No sería justo.
La única salvación que conozco es no doblegarme a la desesperación. Se quedan los miedos, las sombras y los rincones. Se queda la soledad, esa pegajosa tristeza que se pega a las cosas y al tiempo.
La única salvación que conozco es mirarme en este espejo, a lo ojos, bien adentro y recibir lo que el viento de la noche me trae desde lejos.
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