Cuando todo se convirtió en ruido,
ya no pude escuchar más la música de personas.
La mayor parte de mi vida murió.
Una forma de amar también.
Solo me quedaba mi vida.
¿Que iba a hacer?.
La música de las personas by Juan Pablo Alegre is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
20 febrero 2012
16 febrero 2012
Había una vez un viejo en un balcón.
Un viejo en el balcón de un sexto piso toma mate con una escopeta apoyada sobre las piernas. Unos días atrás el mundo había terminado de irse a la mierda. La guerra, el hambre y la miseria acabaron por desatar la ficción de los estados, del amor y del humanismo. Cada cual se cuida a si mismo y no es fácil. Un grupo de niños de no mas de diez años ataca a una anciana, ya no para robarle sino para comerla. De las terrazas de los edificios cercanos ve caer a hombres y mujeres, algunas con sus bebés en brazos. El verdín de los desagües rojo por la sangre. Una nube de moscas casi impenetrable impide ver el suelo con claridad y el olor a carne podrida es capaz de poner rabiosas a las personas. El viejo escucha una sirena y a los pocos segundos ve pasar una camioneta policial con algunos uniformados dentro, por las ventanillas sobresalen los caños oscuros de sus escopetas; disparan sobre la anciana, sobre los niños, sobre los arboles y sobre los cuerpos crucificados en el suelo. Los escucha disparar entre gritos y risas. Luego doblan en la esquina y se convierten poco a poco en otro eco distante, otro rumor violento. El viejo toma un mate. Está frió.Ya no le queda agua. Del bolsillo de su pantalón saca un atado de cigarrillos, todavía le queda uno.
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