EL espera un tren que no llega a tiempo, sin la certeza de que vaya a llegar. Espera que un amigo baje, sucio y cansado, de un viaje necesariamente largo. Pensar en la mochila de su amigo es como pensar en un hogar definitivo en ninguna parte, lugar entre lugares, rincones entre rincones, como las dunas que cambian de lugar con el viento. De tanto pensar, recuerda y, como recordar no es muy diferente que soñar ( al menos para el), ve la sonrisa de su amigo, tan alegre que parece lejana, como la felicidad. Pero su amigo, que jamás entendió nada de tiempos y distancias, como tampoco se molesto en separar los sueños y la realidad, lo abraza. Juntos son más que dos puntos separados en el mapa. Uno habla de lugares y silencios, el otro de tiempos y personas. Caminan por la calle, ríen. Se sientan en un bar y piden una cerveza. Al final entienden que la vida es vida en todas partes, lo difícil es vivirla. Las grandes revelaciones son tan simples que las supimos siempre, igual que los mejores consejos son los mas comunes: "quedate tranquilo" "no des más vueltas con eso" "cuidate" "no mires" “pará“. El Tema es que uno no logra entender como hacer cualquiera de estas cosas o no tiene intenciones de hacerlas. Los caprichos de la psiquis de cada uno.
Antes de despedirse de su amigo EL piensa que por culpa de su padre no puede llorar ni decirle a un hombre que lo ama. La mirada fija en el ultimo trago de cerveza que le queda en el vaso. Su amigo se levanta, se calza la mochila en un movimiento, da vuelta a la mesa y, con cierta suavidad, pone su mano sobre el hombro de EL, se inclina un poco y le dice algo como: -Dejate de joder-.
Un abrazo de despedida es muy distinto a cuando dos personas se saludan. Más cuando la separación es definitiva, más cuando en medio existe un amor que no requiere de raíces. Su amigo sale del bar y desaparece en la esquina. Tal vez tome otro tren, tal vez un taxi, tal vez busque una parada de camiones. EL en el bar paga la cuenta y sale. Hace calor todavía y sopla el viento. Sin que su amigo, ni su padre lo vean, llora un poco, después ríe.
En este punto de la historia hablar de trenes que nunca llegaron, de amigos que no están, de cosas que "en realidad nunca pasaron", como definir los limites de un sueño en una mesa de bar, donde no se tomó cerveza sino café y en donde solo se sentó un hombre; además de ser una tomada de pelo al lector, sería una mezquindad emocional para con EL.
Un hombre triste se sienta en un bar, toma un café, ve pasar a la gente por la venta. Al salir de ese lugar ya no es el mismo. ¿Esa es nuestra historia?. Tal vez fue otra...
Esperar un tren by Juan Pablo Alegre is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.5 Argentina License.
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