Que pena que estés muriendo. Pereces un cristal verde curtido por el agua del mar. Aunque dudo que conozcas el mar... eso me pone más triste aun... el mar es...: es como un inmenso charco de sal, un espejo gigante contra el cual te hubiera gustado rebotar. Cuando caíste desde la luz me asuste, no entendí ni de donde venías ni como habías llegado -¿Un pedazo de techo verde que cae al lado de mi plato?-... te quedas quieta, te miro cual macha en la pared... una vuelta, dos y empiezas a silbar con alas secas. Cuando advierto lo inevitable, no se que hacer. Disculpa, todavía vivo en un mundo donde tienes que morir, si llamara a la ambulancia no tendrían camillas a tu medida. Hoy llueve y supongo que muchos duermen tranquilos. Yo me voy a quedar un rato más con vos, después seguramente te eche a la basura e intente dormir como el adulto que supone que soy. -¿Moscas mueren todos los días no?-... por la dudas,
apago la luz.
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